Ireneo (115-150 – 202), obispo de Lyon, que luchó contra los herejes, y que es considerado uno de los llamados padres post-apostólicos (http://www.catholicapologetics.org/ap040600.htm), en su obra apologética: “Contra las Herejías”, escrita en 180 dC, escribió lo siguiente:
“Así, también, aquellos que son verdaderamente sus discípulos, recibiendo gracia por Él, hacen en su Nombre [milagros], a fin de promover el bienestar de los demás hombres, según el don que cada uno ha recibido por Él. Porque algunos cazan ciertamente y verdaderamente demonios, así que con frecuencia los que han sido purificados de esta manera de los malos espíritus creen [en Cristo] y se unen a la Iglesia. Otros tienen conocimiento previo de lo que vendrá: ellos ven visiones, y emiten declaraciones proféticas. Otros todavía sanan a los enfermos por la imposición de las manos, y ellos son sanados. Además, sí, como he dicho, hasta los muertos han sido resucitados y han permanecido entre nosotros durante muchos años. ¿Y qué más digo? No se puede nombrar el número de los dones que la Iglesia en todo el mundo ha recibido de Dios en el nombre de Jesucristo” (3) (Contra las Herejías, Libro II, cap. 32.4).
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