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sábado, 25 de febrero de 2017
La Relación entre la Teología Bíblica y la Predicación Cristiana
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sábado, 4 de abril de 2015
Corre por tu Vida - Carter Conlon
Es tiempo de valorar la obra de Cristo.
viernes, 6 de marzo de 2015
Declaraciones de Ireneo de Lyon
Ireneo (115-150 – 202), obispo de Lyon, que luchó contra los herejes, y que es considerado uno de los llamados padres post-apostólicos (http://www.catholicapologetics.org/ap040600.htm), en su obra apologética: “Contra las Herejías”, escrita en 180 dC, escribió lo siguiente:
“Así, también, aquellos que son verdaderamente sus discípulos, recibiendo gracia por Él, hacen en su Nombre [milagros], a fin de promover el bienestar de los demás hombres, según el don que cada uno ha recibido por Él. Porque algunos cazan ciertamente y verdaderamente demonios, así que con frecuencia los que han sido purificados de esta manera de los malos espíritus creen [en Cristo] y se unen a la Iglesia. Otros tienen conocimiento previo de lo que vendrá: ellos ven visiones, y emiten declaraciones proféticas. Otros todavía sanan a los enfermos por la imposición de las manos, y ellos son sanados. Además, sí, como he dicho, hasta los muertos han sido resucitados y han permanecido entre nosotros durante muchos años. ¿Y qué más digo? No se puede nombrar el número de los dones que la Iglesia en todo el mundo ha recibido de Dios en el nombre de Jesucristo” (3) (Contra las Herejías, Libro II, cap. 32.4).
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sábado, 27 de diciembre de 2014
Un Ensayo Inédito sobre la Trinidad por Jonathan Edwards
Cuando hablamos de la Divina felicidad es común
decir que Dios es infinitamente feliz en el disfrute de Sí mismo, en la
contemplación perfecta y en amor infinito, y en el regocijo de Su propia
esencia y perfección. De acuerdo a esto, debe suponerse que Dios perpetua y
eternamente tiene la más perfecta idea de Sí mismo, como si fuera una imagen y
una representación de Si mismo siempre enfrente a Si mismo y en real visión y
de esto, en consecuencia, emana el más puro y perfecto acto o energía de la
deidad (naturaleza divina), deidad que es amor divino, complacencia y gozo. El
conocimiento o vista que Dios tiene de Sí mismo debe ser concebido
necesariamente como algo distinto de Su mera y directa existencia. Debe existir
algo que devuelva nuestra reflexión. La reflexión, como nosotros reflejamos
nuestras propias mentes, porta algo de imperfección en ella. Sin embargo, si
Dios se contempla a Sí mismo de forma tal que tiene complacencia y gozo en Sí
mismo, el reflejo es Su propio objeto. Debería existir una dualidad: está Dios
y la idea de Dios, si es apropiado denominar como una idea lo que es puramente
espiritual.
Si un hombre pudiera tener una idea absolutamente
perfecta de todo lo que sucede en su mente, y todas esa serie de ideas y
ejercicios fueran perfectas en lo que refiere a orden, grado, circunstancia y
para cada lapso particular del tiempo pasado (suponga la hora recién pasada),
para este hombre todos los intentos y propósitos serían los que fueron en esa
última hora. Si fuera posible para un hombre la reverberación perfecta para
contemplar todo lo que está en su propia mente en una hora dada, verse como es
y al mismo tiempo estar allí en su primera y directa existencia; y si un
hombre, que es, tuviera un reflejo perfecto o idea contemplativa de cada
pensamiento en el mismo momento en que ese pensamiento se produce y de cada
maniobra que es en y durante ese mismo tiempo en que ésta se desarrolla, y así
durante la hora completa, este hombre sería realmente dos durante ese tiempo;
sería en realidad doble. Sería dos veces en una. La idea que tiene de sí mismo
sería él mismo nuevamente.
Note que con tener un reflejo o idea
contemplativa de lo que sucede en nuestras mentes, no sólo me refiero a la
conciencia. Hay una gran diferencia entre un hombre teniendo una visión de sí
mismo, reflejo o idea contemplativa de sí mismo, como para deleitarse de su
propia belleza o excelencia, y la mera conciencia. O si nos referimos a la
conciencia a lo que está en nuestra propia mente, cualquier cosa más que la
simple y mera existencia en nuestras mentes de lo que allí existe, eso no sería
nada más que el poder de la reverberación que nos permite ver o contemplar lo
que sucede.
jueves, 23 de octubre de 2014
"¿Dios Se Ha Olvidado De Nosotros?" por Samuel Pérez Millos
Un video de Gran Bendición.
lunes, 26 de mayo de 2014
Deberes de Los Padres.
Ante la necesidad y el
creciente número de doctrinas, es
necesario rescatar conductas básicas del Cristianismo. El fundamento esencial del discipulado se encuentra en nuestros hogares y se estableció
concienzudamente por Dios desde el principio hasta una iglesia
neo-testamentaria. Comparto con Ustedes 8 pilares fundamentales de la conducta
cristiana relacionada al deber de los
Padres:
1 Un Padre guía a sus Hijos. (Génesis 18:19)
2 Un Padre enseña a sus Hijos. (Deuteronomio 6:7)
3 Un Padre prepara a sus hijos para el Futuro. (Proverbios 22:6)
4 Un Padre habla la verdad a sus hijos. (Isaías 38:19)
5 Un Padre provee para sus hijos. (2 Corintios 12:14)
6 Un Padre cría a sus hijos. (Efesios 6:4)
7 Un Padre gana el respeto de sus hijos. (1 Timoteo 3:12)
8 Un Padre ama a sus hijos. (Tito 2:4)
Conclusión.
Compartamos con alegría estos fundamentos y permitamos que rijan nuestra
conducta.
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martes, 18 de febrero de 2014
¿Para quién es mi tiempo? - Pastor Samuel Pérez Millos
martes, 1 de octubre de 2013
La Depedida del Apostol Pablo - Dr. Samuel Perez Millos (completo)
Espero que mi vida alcance el testimonio de un verdadero Hombre de Dios
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martes, 4 de junio de 2013
Dios el Hijo: Su Encarnación
Al
considerar la encarnación deben de admitirse dos verdades importantes: 1)
Cristo fue al mismo tiempo, y en un sentido absoluto, verdadero Dios y
verdadero hombre; y 2) al hacerse Él carne, aun que dejó a un lado su Gloria,
en ningún sentido dejó a un lado su deidad. En su encarnación Él retuvo cada
atributo esencial de su deidad. Su total deidad y completa humanidad son
esenciales para su obra en la cruz. Si Él no hubiera sido hombre, no podría
haber muerto; si Él no hubiera sido Dios, su muerte no hubiera tenido tan
infinito valor.
Refiriéndose a su humillación, por la cual fue hecho un poco menor que los ángel
Juan
declara (Jn. 1:1) que Cristo, quien era uno con Dios y era Dios desde toda la
eternidad, se hizo carne y habitó entre nosotros (1:14). Pablo, asimismo,
declara que Cristo, quien era en forma de Dios, tomó sobre sí mismo la
semejanza de hombres (Fil. 2:6-7); «Dios fue manifestado en carne» (1 Ti.
3:16); y Él, quien fue la total revelación de la gloria de Dios, fue la exacta
imagen de su persona (He. 1:3). Lucas, en más amplios detalles, presenta el
hecho histórico de su encarnación, así como ambos su concepción y su nacimiento
(Lc. 1:26-38; 2:5-7).
La
Biblia presenta muchos contrastes, pero ninguno más sorprendente que aquel que
Cristo en su persona debería ser al mismo tiempo verdadero Dios y verdadero
hombre. Las ilustraciones de estos contrastes en las Escrituras son muchas: Él
estuvo cansado (Jn. 4:6), y Él ofreció descanso a los que estaban trabajados y cargados
(Mt. 11:28); Él tuvo hambre (Mt. 4:2), y Él era «el pan de vida» (Jn. 6:35); Él
tuvo sed (Jn. 19:28), y Él era el agua de vida (Jn. 7:37). Él estuvo en agonía
(Lc. 22:44), y curó toda clase de enfermedades y alivió todo dolor. Aunque
había existido desde la eternidad (Jn. 8:58), Él creció «en edad» como crecen
todos los hombres (Lc. 2:40). Sufrió la tentación (Mt. 4:1) y, como Dios, no
podía ser tentado. Se limitó a sí mismo en su conocimiento (Lc. 2:52), aun
cuando Él era la sabiduría de Dios.Refiriéndose a su humillación, por la cual fue hecho un poco menor que los ángel
martes, 12 de febrero de 2013
Dios el Hijo: Su preexistencia.
Siendo al mismo tiempo perfectamente humano y perfectamente divino, el Señor Jesucristo es semejante y a la vez distinto a los hijos de los hombres. Las Escrituras son muy claras respecto a la semejanza de Él con los humanos (Jn. 1:14; 1 Ti. 3:16; He. 2:14-17), y lo presentan como a un hombre que nació, vivió, sufrió y murió entre los hombres. Pero de igual manera la Biblia enseña que Él es diferente a nosotros, no solamente en el carácter impecable de su vida terrenal, en su muerte vicaria y en su gloriosa resurrección y ascensión, sino también en el hecho maravilloso de su preexistencia eterna.
En cuanto a su humanidad, Él tuvo principio, pues fue concebido por el poder del Espíritu Santo y nació de una virgen. En cuanto a su divinidad, Él no tuvo principio, pues ha existido desde la eternidad. En Isaías 9:6 leemos: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado.» La distinción es obvia entre el niño que nació y el Hijo que nos es dado.
Así también en Gálatas 4:4 se declara: «Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley.» El que existía desde la eternidad, llegó a ser, en la plenitud del tiempo, «nacido (la descendencia) de mujer». Declarando que Cristo fue preexistente, meramente se afirma que Él existió antes de que se hubiera encarnado, puesto que todos los propósitos también afirman que Él existía desde toda la eternidad pasada. La idea de que Él era preexistente sólo en el sentido de ser el primero de todos los seres creados (la así llamada herejía arriana del siglo IV) no es una enseñanza moderna. Así las pruebas de su preexistencia y las pruebas para su eternidad pueden ser agrupadas juntas. Es también evidente que si Cristo es Dios, Él es eterno, y si Él es eterno, Él es Dios, y las pruebas para la deidad de Cristo y su eternidad se sostienen unas a otras.
La eternidad y deidad de Jesús es establecida por dos líneas de revelación: 1ª.) Declaraciones directas, y 2ª.) Implicaciones de la Escritura.
A. DECLARACIONES DIRECTAS DE LA ETERNIDAD Y DEIDAD DEL HIJO DE DIOS
La eternidad y deidad de Jesucristo están sostenidas en una vasta área de la Escritura, la cual afirma su infinita Persona y su existencia eterna igual con las otras Personas de la Trinidad. Este hecho no es afectado por su encarnación.
sábado, 9 de febrero de 2013
La comoda "Enseñanza" vs El Alto Costo de la Verdad Bíblica
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lunes, 29 de octubre de 2012
Dios el Padre
A. EL PADRE COMO LA PRIMERA PERSONA
Se indica que hay tres Personas en la Trinidad -el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo-y que ellas son un solo Dios. La Primera Persona es designada como el Padre. Por lo tanto, el Padre no es la Trinidad, el Hijo no es la Trinidad y el Espíritu tampoco es la Trinidad. La Trinidad incluye las tres Personas. Aunque la doctrina del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo está presentada en el Antiguo Testamento y estos términos se dan a las Personas de la Trinidad, el Nuevo Testamento define y revela la doctrina total. Y en esta revelación neotestamentaria el Padre aparece eligiendo, amando y dando; el Hijo se revela sufriendo, redimiendo y sustentando; mientras que el Espíritu se manifiesta regenerando, impartiendo poder y santificando. La revelación del Nuevo Testamento se centraliza en revelar a Jesucristo, pero a la vez, presentando a Cristo como el Hijo de Dios, la verdad de Dios el Padre es de esta manera revelada. Dado el orden irreversible del Padre mandando y comisionando al Hijo, y el Hijo mandando y comisionando al Espíritu Santo, el Padre se designa correctamente en teología como la Primera Persona sin rebajar en ninguna manera la inefable deidad de la Segunda o la Tercera Persona.
En la revelación concerniente a la paternidad de Dios pueden observarse cuatro aspectos diferentes:
1) Dios como el Padre de toda la creación
2) Dios el Padre por relación íntima;
3) Dios como el Padre de nuestro Señor Jesucristo, y 4) Dios como el Padre de todos los que creen en Jesucristo como Salvador y Señor.
B. LA PATERNIDAD SOBRE LA CREACION
Aunque las tres Personas participaron en la creación y sostenimiento del universo físico y de las criaturas que existen en él, la Primera Persona, o sea Dios el Padre, en una manera especial es el Padre de toda la creación. De acuerdo a Efesios 3:14-15, Pablo escribe: «Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra.» Aquí toda la familia de criaturas morales, incluyendo ángeles y hombres, son declaradas para constituir una familia de la cual Dios es el Padre. De una manera similar, en Hebreos 12:9 la Primera Persona es nombrada como «el Padre de los espíritus», lo que parece otra vez incluir todos los seres morales tales como ángeles y hombres.
De acuerdo a Santiago 1:17, la Primera Persona es el «Padre de las luces», una expresión peculiar que parece indicar que Él es el originador de toda luz espiritual. En Job 38:7 los ángeles se describen como hijos de Dios (Job 1:6; 2:1). A Adán se le refiere como de Dios por creación en Lucas 3:38, por implicación, un hijo de Dios. Malaquías 2:10 hace la pregunta: « ¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios?»
Pablo, dirigiéndose a los atenienses en la colina de Marte, lo incluyó en este argumento: «Siendo, pues, linaje de Dios» (Hch. 17:29). En 1 Corintios 8:6 se hace la declaración: «Para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas.»
En las bases de estos textos hay suficiente campo para concluir que la Primera Persona de la Trinidad, como el Creador, es el Padre de toda la creación, y que todas las criaturas que tienen vida física deben su origen a Él. Solamente en este sentido es correcto referirse a la paternidad universal de Dios. Todas las criaturas participan en este sentido en la hermandad universal de la creación. Esto no justifica, sin embargo, el mal uso de esta doctrina por los teólogos liberales para enseñar la salvación universal, o que cada hombre tiene a Dios como su Padre en un sentido espiritual.
lunes, 6 de agosto de 2012
La Sana Doctrina, las Sanas Palabras
sábado, 3 de marzo de 2012
La Trinidad de Dios
*Tomado de Grandes Temas Bíblicos -Lewis Sperry Chafer*
A. EL CREER EN LA EXISTENCIA DE DIOS
La creencia de que existe un ser divino mucho más grande que el hombre, ha sido común en todas las culturas y civilizaciones. Esto se debe, en parte, al hecho de que el hombre razona que tiene que existir una explicación para nuestro mundo y para la experiencia humana y que sólo un ser superior al hombre serviría para poder explicarlo. El hombre, intuitivamente, por su propia naturaleza religiosa, propende a buscar un ser que de algún modo es mucho más alto y superior a él. Esto también puede ser explicado, en parte, por la obra del Espíritu Santo en el mundo y que se extiende a toda criatura, una obra que se designa en Teología como gracia común, en contraste con la obra especial del Espíritu relacionada con la salvación del hombre. El moderno fenómeno de muchos que afirman ser ateos surge de la perversión de la mente humana y la negación de que es posible cualquier explicación racional del universo. De acuerdo con esto, la Biblia declara que un ateo es un loco estúpido (Sal. 14:1).
Ordinariamente, el hombre no busca pruebas de su propia existencia, ni de la existencia de las cosas materiales, que reconoce por sus sentidos. Aunque Dios es invisible en su persona, su existencia es tan evidente que los hombres por lo general no requieren pruebas para el hecho de Dios. La duda de la existencia de Dios es debida evidentemente a la perversidad del propio hombre, a su ceguera y a la influencia satánica. La evidencia de la existencia de Dios en la creación es tan clara que el rechazarla es el fundamento de la condenación del mundo pagano, que no ha escuchado el Evangelio. Según Romanos 1:19-20, es «porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó, porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas».
La revelación de Dios mediante los profetas, antes de que la Escritura fuese escrita, y la revelación procedente de la Escritura, ha penetrado, en cierto grado, la conciencia total del hombre hoy día. Aunque el mundo, en general, está ignorante de la revelación escriturística, algunos conceptos de Dios han penetrado en el pensamiento de todo el mundo, de tal forma que la creencia en una especie de Ser superior es generalmente cierta incluso entre hombres a quienes no ha llegado directamente la Escritura.
Aunque los antiguos filósofos griegos ignoraron la revelación bíblica, no habiéndoles sido familiar, hicieron, sin embargo, algunos intentos para explicar nuestro universo sobre la base de un Ser superior. Varios sistemas de pensamiento han evolucionado: 1) el politeísmo; es decir, la creencia en muchos dioses; 2) hilozoísmo, que identifica el principio de la vida encontrado en toda la creación como siendo Dios mismo; 3) materialismo, que arguye que la materia funciona por sí misma de acuerdo con una ley natural y no es preciso ningún dios para su funcionamiento, teoría que apoya el moderno evolucionismo; y 4) panteísmo, que sostiene que Dios es impersonal e idéntico con la propia Naturaleza, y que Dios es inmanente, pero no trascendente. Existen, así, muchas variantes de tales conceptos respecto a Dios.
sábado, 14 de enero de 2012
El Cristiano y la política - John MacArthur
sábado, 22 de octubre de 2011
La Trinidad de Dios
*Tomado de Grandes Temas Bíblicos -Lewis Sperry Chafer-
A. EL CREER EN LA EXISTENCIA DE DIOS
La creencia de que existe un ser divino mucho más grande que el hombre, ha sido común en todas las culturas y civilizaciones. Esto se debe, en parte, al hecho de que el hombre razona que tiene que existir una explicación para nuestro mundo y para la experiencia humana y que sólo un ser superior al hombre serviría para poder explicarlo. El hombre, intuitivamente, por su propia naturaleza religiosa, propende a buscar un ser que de algún modo es mucho más alto y superior a él. Esto también puede ser explicado, en parte, por la obra del Espíritu Santo en el mundo y que se extiende a toda criatura, una obra que se designa en Teología como gracia común, en contraste con la obra especial del Espíritu relacionada con la salvación del hombre. El moderno fenómeno de muchos que afirman ser ateos surge de la perversión de la mente humana y la negación de que es posible cualquier explicación racional del universo. De acuerdo con esto, la Biblia declara que un ateo es un loco estúpido (Sal. 14:1).
jueves, 28 de abril de 2011
La Biblia como revelación divina
*Tomado de Grandes Temas Bíblicos -Lewis Sperry Chafer-
A. FORMAS DE LA REVELACION DIVINA
La Biblia tiene como objetivo y propósito el ser la revelación del ser, las obras y el programa de Dios. Que un Dios infinito buscase el revelarse a sí mismo a sus criaturas, es razonable y esencial para el cumplimiento de los propósitos de Dios en la creación. Es, por otra parte, natural que los seres racionales intenten saber algo respecto al Creador que les ha dado vida. Si el hombre es el más alto orden de las criaturas, que tiene la capacidad de reconocer y tener una intima comunión con el Creador, es, por tanto, también razonable esperar que el Creador se comunicase con sus criaturas, revelándoles su propósito y su voluntad. Hay tres vías de máxima importancia y que han sido utilizadas por Dios para revelarse a sí mismo.
1. La revelación de Dios en la creación. El poder eterno y el carácter de Dios se revelan por las cosas que han sido creadas (Ro. 1:20). El mundo de las cosas naturales, siendo una obra de Dios, muestra que Dios es un Dios infinito en poder y sabiduría y que ha diseñado y creado el mundo físico para un propósito inteligente. La revelación de Dios mediante la Naturaleza, sin embargo, tiene sus limitaciones,al no aparecer claramente manifestado el amor y la santidad de Dios. Mientras que la revelación en la Naturaleza es suficiente para que Dios pueda juzgar al mundo pagano por no adorarle como su Creador, no revela un camino de salvación mediante el cual los pecadores puedan ser reconciliados con un Dios santo, sagrado.
2. Revelación en Cristo. Una suprema revelación de Dios fue suministrada en la persona y la obra de Cristo, que nació en su debido tiempo (Gá. 4:4). El Hijo de Dios vino al mundo para revelar a Dios a los hombres en términos que pudiesen comprender. Por su llegada como hombre mediante el acto de la encarnación, los hechos relacionados con Dios, que de otra forma hubiesen sido muy difíciles para la comprensión humana, se trasladan al limitado alcance de la comprensión y el entendimiento humanos. Así pues, en Cristo, no sólo se revela el poder y la sabiduría de Dios, sino también su amor, la bondad divina, su santidad y su gracia. Cristo declaró:
«El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jn. 14:9). En consecuencia, el que conoce a Jesucristo, también conoce al Dios Padre.
miércoles, 20 de abril de 2011
La Biblia: Su tema y propósito
A. JESUCRISTO COMO TEMA.
Nuestro Señor Jesucristo es el supremo tema de la Biblia. Leyendo la Escritura, sin embargo, las perfecciones de Cristo en Su Persona y Su obra se hallan presentadas en diversos aspectos.
Nuestro Señor Jesucristo es el supremo tema de la Biblia. Leyendo la Escritura, sin embargo, las perfecciones de Cristo en Su Persona y Su obra se hallan presentadas en diversos aspectos.
*Tomado de Grandes Temas Bíblicos -Lewis Sperry Chafer
1. Jesucristo Como Creador.
Los primeros capítulos del Génesis describen la creación del mundo como llevada a cabo por Dios, utilizando la palabra Elohim, la cual incluye a Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo. Sólo cuando se llega al Nuevo Testamento es cuando queda revelado claramente que todas las cosas fueron hechas por Cristo (Jn. 1:3). De acuerdo con Colosenses 1: 16-17: «Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten.» Esto no quiere decir que Dios Padre y Dios Espíritu Santo no tuviesen parte en la creación, pero se da a Cristo el lugar principal como autor de la creación del universo. De acuerdo con esto, las perfecciones del universo reflejan la obra de Sus manos.
2. Jesucristo como el supremo gobernante del mundo.
Puesto que El es el Creador, Jesucristo ocupa también el lugar de supremo gobernante del Universo. Puesto que la Escritura atribuye la completa soberanía al Dios Padre, está claro que es Su propósito el que Cristo debería gobernar el mundo (Sal. 2:8-9). Es propósito de Dios que toda lengua tenga que confesar que Cristo es el Señor y que toda rodilla se inclinará ante, El (Is. 45:23; Ro. 14:11; Fil. 2:9-11). La historia del hombre, aunque registra su rebelión contra Dios (Sal. 2:1-2), revela que Cristo está esperando el día en que su completa soberanía queda expresada sobre la totalidad del mundo (Sal. 110:1). El día llegará en que Cristo será el Señor de todas las cosas; será juzgado el pecado y la soberanía de Jesucristo revelada (Ap. 19:15-16).
lunes, 11 de abril de 2011
La Biblia: Inspirada por Dios
*Tomado de Grandes Temas Bíblicos -Lewis Sperry Chafer
La Biblia es el único libro escrito por inspiración de Dios, en el sentido de que Dios ha guiado personalmente a sus escritores. La inspiración de la Biblia se define como una enseñanza que Dios ha impartido directamente a sus autores y que, sin destruir ni anular su propia individualidad, su estilo literario o intereses personales, Dios ha transmitido en la misma Su completo e íntimo pensamiento, y así ha quedado registrado por sus autores humanos. Al formar las Escrituras, es cierto que Dios empleó a escritores humanos; pero esos hombres, aunque no pudieran haber comprendido todo lo que estaban escribiendo, sin embargo, bajo la guía de Dios y su mano directriz, produjeron los 66 libros que forman la Biblia, en la cual se halla una fascinante continuidad y una constante evidencia de la obra del Espíritu Santo dirigiendo sus plumas.
Por tanto, aunque escrita por medios humanos, la Biblia es el mensaje de Dios al hombre, más bien que un mensaje del hombre para su prójimo. Sin importar si las palabras registradas son las que Dios dictó literalmente, las copias halladas de antiguos códices y los resultados de la investigación acerca de los autores humanos, o de sus pensamientos, aspiraciones y temores, demuestran que en cada detalle Dios guió a esos hombres de tal forma que lo que ellos escribieron fue precisamente lo que Dios intentó que escribieran, con el resultado, pues, de que la Biblia es, ciertamente, la Palabra de Dios. Aunque ciertos pasajes de la Biblia puedan diferir notablemente en su carácter, todas y cada una de las palabras de la Escritura son igualmente inspiradas por Dios.
La doctrina de la inspiración, precisamente por ser sobrenatural, presenta algunos problemas para la comprensión humana. ¿Cómo puede un autor humano, registrando sus propios pensamientos y sus conocimientos, ser guiado para escribir exactamente lo que Dios desea que escriba? Precisamente por existir preguntas como ésta, se han aventurado algunas opiniones, como la de la extensión del control divino sobre los autores humanos. Existen diversas «teorías de la inspiración», y todos los intérpretes de la Biblia siguen alguna de tales teorías. La perspectiva de la inspiración aceptada por el comentarista es el fundamento sobre el cual están construidas todas las interpretaciones de la Biblia, y por tal motivo es preciso prestar una cuidadosa atención a la verdadera perspectiva de la inspiración.
A. TEORIAS DE LA INSPIRACION
1. Inspiración verbal y plenaria. En la historia de la iglesia, la visión ortodoxa de la inspiración ha sido descrita como verbal y plenaria. Por inspiración verbal se quiere significar que el Espíritu de Dios fue quien guió la elección de las palabras usadas en los escritos originales. Sin embargo, la Escritura indica la factura humana. Varios libros de la Biblia reflejan las características personales del escritor, en estilo y vocabulario, y con frecuencia sus personalidades están expresadas en sus pensamientos, opiniones, plegarias o temores. No obstante, aunque son evidentes los elementos humanos en la Biblia, la doctrina de la inspiración plenaria sostiene y afirma que Dios lo dirigió, de tal forma que todas las palabras que fueron usadas, lo fueron igualmente por Dios, e inspiradas por El. Esto se pone de relieve por el uso de la palabra «plenaria», que significa «completa inspiración», como término opuesto a los puntos de vista que afirman que sólo hay una parcial inspiración en la Biblia.
Otras palabras descriptivas adicionales se añaden con frecuencia para aclarar lo que es la doctrina ortodoxa. Se declara que la Escritura es infalible en el sentido de ser precisa e inmune a todo error. También se declara que la Escritura es inerrable, significando con ello que la Biblia no contiene ningún error, como declaración de hecho. Aunque la Biblia puede registrar en ocasiones declaraciones de los hombres que no son ciertas, o incluso palabras de Satanás, como en Génesis 3:4, en todos esos casos, aunque la declaración atribuida a Satanás o a los hombres está fielmente registrada, está claro que Dios no afirma la verdad de tales declaraciones. Al afirmar que la Biblia está verbal y totalmente inspirada, además de ser inerrable e infalible en sus declaraciones de la verdad, se sostiene que la guía perfecta y sobrenatural de Dios es suministrada a toda palabra de la Escritura, de tal forma que la Biblia pueda ser considerada como una precisa y exacta declaración de la verdad divina.
La seguridad de la inspiración se aplica, por supuesto, a los escritos originales solamente y no a las copias, traducciones o anotaciones. Como no existe ningún manuscrito original, los eruditos se han extendido en gran medida para determinar la precisión del texto de la Biblia de que ahora disponemos. Para el propósito de enseñar la verdad, puede presumirse y tenerse por cierto de que nuestras presentes copias de la Biblia son exactas reproducciones de los escritos originales. Si bien existen pequeñas variantes en el texto, tales variaciones apenas afectan cualquier enseñanza de la Biblia y los hallazgos posteriores de manuscritos tienden a confirmar esta conclusión.
Para todos los propósitos prácticos, el Antiguo Testamento, escrito en hebreo, y el Nuevo, redactado en griego, pueden ser aceptados como la verdadera Palabra de Dios y una auténtica declaración de lo que Dios intentó comunicar al hombre.
2. Teoría mecánica o del dictado. En contraste con la verdadera doctrina de la inspiración, que permitió a los autores humanos, con su personalidad, redactar los escritos bajo la dirección de Dios, algunos han sostenido que Dios realmente dictó la Escritura y que los escritores de la Biblia actuaron sólo como taquígrafos. Pero si Dios hubiese dictado la Biblia, el estilo de la redacción y el vocabulario de la Biblia sería el mismo en toda su extensión. En muchos casos los autores de la Escritura expresaron sus propios temores y sentimientos, o sus plegarias para la salvación divina, y de diversas maneras dejaron la impronta de su personalidad en el registro divino. La oración surgida del corazón de Pablo por Israel, en Romanos 9:1-3, por ejemplo, habría perdido su significado de haber sido dictada por Dios.
lunes, 21 de marzo de 2011
La Biblia: La Palabra de Dios
*Tomado de Grandes Temas Bíblicos -Lewis Sperry Chafer-
Incluso para un lector ocasional de la Biblia, pronto se pone de manifiesto que está leyendo un libro fuera de lo usual. Aunque cubre miles de años de la historia humana y está escrita por más de cuarenta escritores humanos, la Biblia no es una simple colección de escritos, sino todo un Libro que posee una fascinante continuidad. Se le llama «La Biblia», de la palabra griega biblos, que significa «Un libro». Su extraordinaria característica es debida al hecho de que es ciertamente la Palabra de Dios, aunque haya sido escrita por autores humanos.
Se ofrecen dos líneas de evidencia que apoyan la conclusión de que la Biblia es la Palabra de Dios: 1) la evidencia interna; los hechos hallados en la propia Biblia y la propia afirmación de la Biblia concerniente a su origen divino; 2) la evidencia externa; la naturaleza de los hechos dados en la Escritura, que apoyan su carácter sobrenatural.
A. EVIDENCIA INTERNA
En cientos de pasajes, la Biblia declara o afirma por sí misma ser la Palabra de Dios (Dt. 6:6-9, 17-18; Jos. 1:8; 8:32-35; 2 S. 22:31; Sal. 1:2; 12:6; 19:7-11; 93:5; 119:9, 11, 18, 89-93,97-100, 104-105, 130; Pr. 30:5-6; Is. 55:10-11; Jer. 15:16; 23:29; Dn. 10:21; Mt. 5:17-19; 22:29; Mr. 13:31; Lc. 16:17; Jn. 2:22; 5:24; 10:35; Hch. 17:11; Ro. 10:17; 1 Co. 2:13; Col. 3:16; 1 Ts. 2:13; 2 Ti. 2:15; 3:15-17; 1 P.1:23-25; 2 P.3:15-16; Ap. 1:2; 22:18). Las Escrituras declaran, de muchas formas diversas, que la Biblia es la Palabra de Dios y que su afirmación es clara e inteligible para cualquiera. La afirmación constante de los escritores del Antiguo Testamento, los del Nuevo y del propio Jesucristo, es que la Biblia es la inspirada Palabra de Dios. Por ejemplo, el Salmo 19:7-11 declara que la Biblia es ciertamente la Palabra del Señor, y nombra seis perfecciones, con sus seis correspondientes transformaciones de carácter humano, que la Palabra cumple. Jesucristo declaró que la Ley tiene que ser cumplida (Mt. 5:17-18). En Hebreos 1:1-2, no solamente se afirma que Dios habló en el Antiguo Testamento a los profetas con palabra de Dios, sino que también lo hizo Su Hijo en el Nuevo. La Biblia sólo puede ser rechazada Si se rechazan sus constantes afirmaciones de ser la Palabra de Dios.
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